jueves, abril 29, 2010

CACAO

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Autor: Jorge Amado, novelista, dramaturgo y poeta; n. 1912.

Otras obras: El país del carnaval, Sudor, Jubiabá, Mar muerto, Capitanes de la arena, Tierras del sin fin, Sao Jorge dos Ilhéus, Los caminos del hambre, Los subterráneos de la libertad, Gabriela, clavo y canela, Los viejos marineros, Doña Flor y sus dos maridos, Tienda de los milagros, Teresa Batista cansada de guerra, Uniforme, casaca y camisón, etcétera (novelas); Vida de Luis Carlos Prestes, el caballero de la esperanza (biografía); poemas en prosa, una obra de teatro, etcétera.

Género y corriente: Novela realista.

Estructura: Consta de 20 capítulos.

Sinopsis: En medio de un espectáculo de tristeza e inconformidad, durante un día cualquiera en una de las fazendas de cacao, José Cordeiro empieza a relatar su infancia. Su padre poseía una fábrica de tejidos que prosperaba lentamente y solía conversar con los obreros, oía sus quejas y remediaba sus males en cuanto podía, "la verdad es que él y los obreros vivían en paz".
Un día aparece un hermano de este buen hombre y todo cambia. El tío se entromete en la dirección de la fábrica y la hace progresar rápidamente, pero a costa de reducir el salario de los trabajadores.
El padre de Cordeiro, débil por naturaleza, no tiene el coraje suficiente para apartar de la fábrica a su hermano. Por desgracia, tiempo después, al estar tocando al piano uno de sus trozos de música predilectos, sufre un síncope cardiaco y muere.
Aprovechando el deceso, el tío declara la quiebra económica de la familia, y José Cordeiro se marcha a Ilhéos, rumbo a las plantaciones de cacao, porque es la única esperanza de hallar una oportunidad para salir de la pobreza.
Cuando llega a su destino, se contrata como trabajador "alquilado" para la jazenda del coronel Mané Frajelo. Al ir en camino hacia la finca conoce a Antonieta, una prostituta con quien entabla gran amistad. También escucha relatos de los crímenes y arbitrariedades que cometen los dueños de las plantaciones, historias narradas por viajeros de segunda clase en el tren. Luego, ya instalado en la fazenda, el negro Honorio le enseña el trabajo en la plantación.
Honorio era un "técnico en emboscadas"; es decir, en ocasiones servía al patrón para deshacerse de algunos de sus enemigos.
Los trabajadores vivían casi al margen del mundo y su miseria no interesaba a nadie. Ni siquiera tenían idea de que las cosas podían cambiar. El trabajo era muy duro y mal pagado, sólo de vez en cuando tenían oportunidad de acudir al pueblo y olvidarse un poco de su mala vida.
El coronel tenía dos hijos, Osorio, estudiante de derecho a punto de graduarse, y María, jovencita que escribía versos cursis.
Un día, Osorio seduce a la novia de Colodino, uno de los trabajadores. Éste los sorprende y descarga varias cuchilladas en el cuerpo y cara de Osorio. El novio ofendido huye y se esconde en casa de un viejo obrero. Mientras tanto, el coronel encarga a Honorio que acabe con el trabajador. Sin embargo, el negro lo deja escapar porque él no mata colegas. "No soy traidor", dice.
Por su parte, María se enamora de José Cordeiro, quien por esta circunstancia se encuentra ante un gran dilema, pues ella le ofrece su mano y parte de la propiedad. José, a pesar de todo, permanece leal a sus compañeros, y con ello se gana el desempleo.
La ofensa contra Colodino indigna a los trabajadores y se niegan a obedecer algunas órdenes e instrucciones dadas por el patrón; pero su resistencia no puede pasar de una rebeldía pasiva porque, si llegaran a la huelga, su lugar en la fazenda sería ocupado de inmediato por algunos de los numerosos trabajadores que no tienen modo de ganarse la vida. Lamentablemente, este levantamiento no sustenta ningún plan ni programa, pues no son conspiradores ni revolucionarios; su reacción nace del sentimiento de que se han infringido normas de derechos humanos y se han cometido injusticias que deben ser remediadas.
Dado este final, el autor parece decirnos que, para adoptar semejante actitud, lo que importa es tener disposición interna y sentido de justicia.
De acuerdo con palabras del propio Jorge Amado, Cacao no pretende ser una obra literaria, sino un testimonio de cómo viven quienes trabajan en las plantaciones del cacao.
Sin embargo, pese a estas declaraciones, nos encontramos frente a una novela vigorosa, escrita con un lenguaje directo, una de las primeras y más representativas de la etapa inicial de este prolífico autor. Se editó en 1933.

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