lunes, marzo 21, 2011

LA CARRETA

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Autor: Enrique Amorim, narrador y poeta; 1900-1960.
Otras obras: Tangarupá, El paisano Aguilar, El caballo y su sombra, La luna se hizo con agua, El asesino, desvelado, La victoria no viene sola, Todo puede suceder, Corral abierto, Los montaraces, La desembocadura, Eva Burgos [póstuma] (novelas); La trampa del pajonal, Del uno al seis, Temas de amor, Los pájaros y los hombres, Amorim, Las quitanderas, Después del temporal (cuentos) y libros de poemas.
Género y corriente: Novela realista.
Estructura: Está dividida en 15 capítulos.
Sinopsis: Después de haber atravesado pantanos y caminos, fiestas y guerras, el carromato detiene su movimiento y cambia de forma: "La carreta, apenas separados los bueyes, tomó las apariencias de una choza. Echó una raíz [ ... ] Parecía un rancho de dos pisos". Sin embargo detenida, sin su acostumbrado traqueteo sinónimo de vida, la carreta no puede seguir existiendo, porque "a los tres días un tropero se llevó los bueyes [...] Desde aquel momento la carreta empezó a hundirse en la tierra."
Durante la primera etapa de su viajar, la carreta es el medio de transporte y hogar de un pequeño circo. Matacabayo, envejecido atleta, se une con sus dos hijos a la tropa nómada, atraído por la cincuentona Secundina.
El circo, en apuros financieros, se transforma paso a paso en burdel ambulante. El director don Pedro, el artista Kaliso y el Flaco Sebastián resienten la nueva ocupación de las mujeres —las hermanas Clorinda y Leonina Felipe y las "chinas pasteleras" Rosita, Petronila y Leopoldina, entre otras— y organizan una burla a costa de ellas, lo cual provoca la disolución del circo. El director, Leonina, Sebastián y Kaliso se quedan en el lugar, mientras la carreta y los demás continúan su viaje.
Secundina se erige en la "mandamás" de las ahora prostitutas, manejando junto con Matacabayo el nuevo negocio. De fiesta en fiesta por pueblos y rancherías, la carreta cambia de pasajeros a medida que prosigue su marcha.
Clorinda, Rosita y Secundina desaparecen, en tanto que otras figuras —la joven Florita y los brasileños Paujuan, organizadores de carreras de gatos, y Brandina— surgen al escenario. Más tarde muere Matacabayo, en su intento por reunir en el viejo carromato a un caudillo revolucionario y a su novia.
"Misia Rita", protegida del viejo tropero Marcelino Chávez, es ahora la dueña de la carreta.
Las prostitutas llegan a conocer, con el correr de los años, el universo masculino del campo uruguayo, hombres de todas las clases sociales y caracteres singulares: Marcelino Chávez, quien perdió a su esposa y "desde hace tiempo no lo puede hacer"; el ranchero don Cipriano, "frío e indiferente con las mujeres"; comisarios como Nacho Generoso, que disfrutan los servicios de las prostitutas para luego, cansados de ellas, expulsarlas del pueblo; un capitán enfurecido por el rechazo de una de las "quitanderas" quien, en venganza, deja que sus seis marineros la violen; el tímido marica Correntino, hijo de la "mandamás" sin que él lo sepa, que se hace hombre en brazos de Petronila, pero otra vez se vuelve mariquita luego de la despedida de su amante; el ranchero don Caseros, "animal manso, mañoso y cachaciento", quiere desflorar a Florita, pero fracasa ante el comportamiento infantil de la treceañera; Luciano, "paisano decidido y valiente", quien finalmente desvirga a Florita...
Chiquiño, hijo de Matacabayo, al unirse con Leopoldina y llevar una pacífica existencia ranchera, tiene su propia vida fuera del vetusto vehículo, sin embargo, la vida de la pareja toma un giro trágico por la infidelidad de ella y los celos de él. Leopoldina lo engaña con el vecino Pedro Alfaro, y Chiquiño en venganza "...le asestó una puñalada que tumbó a Alfaro del caballo "; luego, "con un tajo de oreja a oreja, separó del cuerpo la cabeza de su enemigo. En el barro fresco, a pocos pasos de su rancho, quedó tendido el cuerpo de Alfaro". Pero posteriormente Chiquiño vuelve, levanta el cadáver y lo arroja en el chiquero; las bestias se lo pelean a dentelladas y "en un segundo, andaban las piernas de Pedro Alfaro por un lado, los brazos por otro." Cuando regresa a su rancho, donde halla "a su china dormida boca abajo, hundida en el sueño, como él en el crimen", no le hace nada.
Luego de seis años de cárcel, muerta entre tanto Leopoldina, Chiquiño se enfurece y angustia ante el rumor de que su mujer había deseado ser enterrada con el cuchillo de Pedro Alfaro. Como aún la quiere a su modo, busca la tumba de "la finadita" para desenterrar su cadáver y lavar cuidadosamente los huesos en las límpidas aguas de un arroyo, pues "él debía arrancar a su china de las uñas del diablo". Finalmente, Chiquiño muere a manos de dos  pantaneros", sus rivales de trabajo.
El fin de la carreta se acerca con la muerte de "Misia Rita", la "mandamás", cuando el turco Abraham José, en ausencia de Chávez, la envenena para adueñarse de Brandina.
La caravana se disuelve. El turco vende por su cuenta los bueyes. Sin ellos, la carreta se detiene para siempre y se convierte en rancho. Allí se quedan a vivir Abraham José y Brandina; Petronila se va con un sargento; en tanto que el viejo tropero, Marcelino Chávez, se lleva consigo a Rosita rumbo al Brasil.
La obra se cierra con la visión de la pareja que, montada a caballo, sigue "el camino interminable, bajo el claro signo de un cielo altísimo y azul".
De moderna estructura abierta, estilo sencillo y ágil, salpicado del habla campesina que el autor intercala en los diálogos, y con una trama cuya unidad de acción se centra en la simbólica figura lenta y maltrecha del viejo carromato, la obra posee el encanto de una lectura fácil y amena.
Obra publicada en 1929, se ambienta en el campo uruguayo. Sus personajes llegan y desaparecen en los llanos lugareños, pero la imagen simbólica de la carreta, llena de significado a partir de la carga humana que transporta, está presente de principio a fin de la novela. Ella es la protagonista de la obra.
Dentro de la carreta se desenvuelven todos los avatares de la vida; de hecho, el carro simboliza la vida misma. El vehículo avanza con parsimonia: "Pasó la carreta. Tan lento era su andar que cambiaban antes las formas de las nubes que de sitio su lomo pardo. Se diría que la iban arrancando a tirones de la tierra, aferrada a ella. Una piedra grande, tirada por una yunta de bueyes." A la sombra de la carreta crecen, aman, trabajan y mueren tanto hombres, como mujeres.
La carreta, sin entrar en honduras psicológicas ni análisis sociales, describe las costumbres y el modo de vida marginales de ciertos grupos rurales uruguayos a principios de siglo.

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