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Autor: Gabriel García Márquez, narrador y periodista, premio Nobel de literatura en 1982; n. 1928.
Otras obras: La hojarasca, Isabel viendo llover en Macondo, El coronel no tiene quien le escriba, La mala hora, Los funerales de la Mamá Grande, Los diez mandamientos, Cien años de soledad El negro que hizo esperar a los ángeles, La increíble y triste historia, de la cándida Erendira y su abuela desalmada, Cuando era feliz e indocumentado, Ojos de perro azul, Todos los cuentos, El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera, El general en su laberinto, Doce cuentos peregrinos (narrativas); La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile (crónica).
Género y corriente: Novela del realismo mágico.
Estructura: La obra está dividida en cinco partes sin títulos ni numeración.
Sinopsis: El narrador regresa a su pueblo muchos años después de la muerte de Santiago Nasar, para buscar en la memoria de testigos y participantes cuál fue la razón del asesinato cometido por los gemelos Vicario aquel "día ingrato”. Así, la obra trata de reconstruir paso a paso, en un tiempo inverso, los sucesos ocurridos entre las 5:30 y las 7:05 de la mañana del lunes fatídico.
El día de su, muerte, Santiago Nasar, de 21 años de edad, hijo de Plácida Linero, había salido temprano de su casa para ir al puerto y asistir a la llegada del obispo, cuyo barco pasó por el río sin siquiera detenerse en el muelle.
La víspera, Santiago y sus amigos habían ido a la boda de Ángela Vicario y Bayardo San Román, y luego habían llevado serenata a los recién casados. Durante toda la mañana, muchos de sus vecinos intentaron avisar a Nasar del peligro que corría, pero, por múltiples y absurdas o misteriosas coincidencias funestas, ni él ni su madre lograron enterarse de la amenaza en cierne.
Seis meses antes, había llegado al pueblo el rico Bayardo San Román quien quedó prendado de Ángela Vicario desde que la vio por primera vez. Hasta entonces, a ella "no se le había conocido ningún novio, y había crecido junto con sus hermanas bajo el rigor de una madre de hierro".
Luego de un brevísimo cortejo, Bayardo la pidió en matrimonio. La familia de la joven, complacida, casi la obliga a casarse. Pero Bayardo San Román devuelve a la novia la misma noche de la boda al darse cuenta de que antes alguien la había desflorado. Los hermanos de ella, los gemelos Pedro y Pablo Vicario, furiosos ante la noticia de que Ángela no era virgen, deciden vengar su honra y traman el asesinato del culpable.
Obligada a confesar, Ángela afirma "sin demasiada convicción" que su seductor fue Santiago Nasar. Los gemelos toman sus cuchillos de destripar cerdos y de inmediato salen a buscarlo. No ocultan sus intenciones, incluso hacen "mucho más de lo que era imaginable para que alguien les impidiera matarlo", pero nadie los toma en serio. A decir verdad, "nunca hubo una muerte más anunciada".
Pasa inadvertido un aviso lanzado por debajo de la puerta de la casa de Santiago, y otras circunstancias fortuitas contribuyen a que, estando Nasar ignorante y desprevenido, el crimen se lleve a cabo. La madre del joven, creyéndolo en casa, cierra bien la puerta y la atranca por dentro; así la encuentra su hijo cuando al final varias personas le avisan del posible asesinato, pero como él no comprende el motivo busca refugio en la casa y quiere entrar, sin conseguirlo. Por lo tanto, asesinan a Santiago Nasar frente a la puerta principal de su propia casa. "Pedro Vicario lo atacó por el flanco derecho con el cuchillo recto [ ... ] El cuchillo le atravesó la palma de la mano derecha, y luego se le hundió hasta el fondo en el costado [...I Volvió a retirar el cuchillo y le asestó un segundo golpe casi en el mismo lugar [...1 Pablo, con el cuchillo curvo, le asestó entonces la única cuchillada en el lomo, y un chorro de sangre le empapó la camisa [ ... ] Entonces ambos siguieron acuchillándolo contra la puerta [...] Tratando de acabar para siempre. Pedro Vicario le buscó el corazón [...] Santiago Nasar no caía [...1 Desesperado, Pablo Vicario le dio un tajo horizontal en el vientre, y los intestinos completos afloraron [...1 Pedro le dio un tajo extraviado en el muslo. Santiago Nasar permaneció todavía un instante apoyado contra la puerta, hasta que vio sus propias vísceras al sol, limpias y azules, y cayó de rodillas."
Sin embargo, Santiago aún tuvo fuerzas para darla vuelta completa a la casa y entrar por la puerta de la cocina. "Tropezó en el último escalón, pero se incorporó de inmediato [...1 Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas [...] Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de bruces en la cocina." Muchos años después, Victoria Guzmán, la cocinera de los Nasar, reconoce ante el narrador que no alertó a Santiago porque en el fondo prefería verlo muerto que aceptar un abuso contra su hija, Divina Flor, como el padre del joven había hecho con ella.
El cura del pueblo, que había estado muy ocupado con la recepción del obispo, es quien se encarga de hacer la autopsia. La familia Vicario se marcha del pueblo, los gemelos purgan tres años de cárcel porque "no tenían con qué pagar la fianza por la libertad condicional" y San Román, borracho, abandona la casa comprada expresamente para la que será su esposa.
El narrador, muchos años después, visita a su prima Ángela Vicario, y ella le confiesa que no era virgen, y sin embargo, después de la noche de bodas no ha podido olvidar a Bayardo San Román. Le cuenta cómo envió muchas cartas a su marido y nunca obtuvo respuesta. A pesar de ello, "escribió una carta semanal durante media vida". Diecisiete años después, Bayardo San Román regresa junto a Ángela para quedarse. Lleva dos maletas, una con ropa y otra "con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, y todas sin abrir". Pero la responsabilidad de Santiago Nasar en el asunto nunca se esclarece.
En definitiva, el "absurdo fatal" es llevado a esta obra hasta sus últimas consecuencias; aunque todos saben las intenciones de los hermanos Vicario, nadie se ocupa de advertir al joven y sólo lo hacen cuando el crimen ya es ineludible. Además, lo absurdo del caso contribuye a que la historia de la muerte de Santiago Nasar quede como ejemplo, aunque ficticio, de la fatalidad.
Es ésta una narración magistral: el tiempo distorsionado, la coexistencia de pasado y presente, los sucesos fragmentarios que se van dando a través de la trama, hechos simultáneos incluidos con una técnica visual impecable, casi cinematográfica, para que el lector, paso a paso, vaya montando mentalmente la acción.
Dentro de la seriedad del asunto, también hay lugar para el humor y las exageraciones; pero nada es gratuito, todo está dado en su exacto lugar y a su debido tiempo.
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