lunes, marzo 21, 2011

CHICO CARLO

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Autor: Juana de Ibarbourou, nombre literario de la poetisa Juana Fernández Morales de Ibarbourou, en 1929 le fue conferido el título de "Juana de América" por su calidad humana y artística; 1895-1979.
Otras obras: Las lenguas de diamante, Raíz salvaje, La rosa de los vientos, Loores a Nuestra Señora, Perdida, Azor, etc. (poesía); El cántaro fresco, Éjemplario, Estampas de la Biblia (prosa poética) y Los sueños de Natacha (teatro para niños).
Género y corriente: Cuento para niños.
Estructura: Consta de un prólogo y 17 relatos.
Sinopsis: Ya adulta, Susana rememora con añoranza su niñez; sucesos, paisajes, episodios sencillos y humildes que se van delineando y enhebrando a partir de los seres más queridos para ella. Entre éstos resalta con singularidad la figura de Chico Carlo, "despiadado con todos, pero de una áspera ternura para mi. Yo lo adoraba", y a quien el volumen debe el título y dos narraciones, "Chico Carlo" y "Chico Carlo y su rifle". Ambos relatos muestran la atractiva personalidad del nunca más visto y siempre añorado compañero de juegos y fantasías, que se agiganta ante la mirada infantil de Susana por su carácter seguro, orgulloso y decidido.
La vida infantil, llena de sueños y fantasía difícilmente comprendida por los adultos, nos es dada a conocer en "La mancha de humedad", donde Susana proyectaba cuanto apetecía su imaginación: ríos, árboles, monos y guacamayos, "duendes y rosas, mundos y cielos".
En "La mujer de Barba Azul", la niña imagina que en la única casa de dos pisos existente en el pueblo vive la mujer de BarbaAzul, porque todos la llaman la viuda y nunca sale a pasear; pero un buen día, Susana acompaña a su madre a dar el pésame a la viuda por la muerte de su hermana, y descubre que la verdad está lejos de su fantasía. "Se me derrumbaba mi cuento maravilloso. Perdía mi ilusión. Tuve la sensación de que me empujaban al vacío. No pude más y apoyando la cara contra el brazo de mi madre, estallé en sollozos." Por el mismo estilo es "La niña, el príncipe y el café con leche".
"La guerra nos relata cómo creen los niños que son las guerras y, para explicarse su existencia, recurren a intervenciones de magos y duendes. Quieren y buscan acabar con ellas, pero en su quimera se enfrentan con los odios entre adultos, que aun dentro de la iglesia subsisten.
Tilo, la inseparable mascota de la niña, vive en su recuerdo como un perro gracioso y fiel que despierta en la protagonista sentimientos tan tiernos y amorosos como los de la madre hacia ella, y lo defiende de su madrina —personaje a quien quiere entrañablemente—; cuando ésta se atreve a decir que el perro es feo y corriente, Susana se enoja y protesta: "No, madrinita. Tilo no es feo ni ordinario. Vino de la China. Lo trajo don Francisco Cuestas cuando fue a comprar el surtido de invierno para la tienda. Su mamá es una princesa y su ama de leche tomaba mate en una calabacita de oro con perlas."
En el relato "La nodriza y el cielo", Feliciana es la protagonista. Susana nos cuenta de su llegada a la casa familiar en calidad de nodriza, de la muerte de su hijo y del cariño que luego guarda a la familia, con quien finalmente se queda a vivir.
De cómo Feliciana le enseña a hablar una lengua mezcla de portugués y español, y cómo su infancia se puebla de duendes, que le ayudan a solucionar secretos en la vida cotidiana. Más adelante, en "Duendes de cerro Largo", se narra la relación entre Susana, Feliciana y esos duendes amigos.
La muerte vista desde los seis años resulta pintoresca y atractiva, el cementerio se equipara a la casa de los parientes más queridos; repartir flores entre las tumbas de los desaparecidos se convierte en pasatiempo semanal muy disfrutado. Las visitas al camposanto despiertan la imaginación de Susana y su amiga Margarita; lo que más desean ambas es poder comprar una corona mortuoria, y se prometen que cuando una muera la otra se la comprará. "Margarita se durmió para siempre antes de poseer ninguna, ni siquiera la primera, pues como su padre hacía gala de acendradas convicciones liberales, no pudo vestir, al igual que todas las niñas, su largo traje blanco y su velo cándido."
La capacidad de indignación y de sensible respuesta ante las injusticias del mundo se manifiestan en los relatos "La reina", donde Susana defiende a la hija de la lavandera del menosprecio de sus compañeras de juego, y "Soldado de policía", en que se relata el pleito habido entre la narradora y unos muchachitos pueblerinos.
En las frescas vivencias de Chíco Carlo, publicada en 1944, lo biográfico se transforma en asunto literario impersonal y trascendente a través del tratamiento artístico que la autora le confiere. Son relatos donde la animación y autenticidad de lo evocado —seres, hechos, situaciones, paisajes—; es decir, lo verdadero de la realidad vivida, lo cotidiano de los recuerdos infantiles, se combina con la imaginación y fantasía de esos primeros años unificando los temas de los pequeños relato integrantes de este libro.

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