lunes, febrero 21, 2011

LOS RÍOS PROFUNDOS

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LOS RÍOS PROFUNDOS.doc


Autor: José María Arguedas, narrador, ensayista, poeta y antropólogo; 1911-1969.
Otras obras: Yazuar Fiesta, El sexto, La agonía, de Rasu Ñiti, Todas las sangres, etc. (novelas); Mitos, leyendas y cuentos peruanos, Canciones y cuentos del pueblo quechua, Cuentos mágico-realistas y canciones tradicionales del valle del Mantaro, Diamantes y pedernales, Amor, mundo y todos los cuentos; El zorro de arriba y el zorro de abajo [póstuma] (relatos).
Género y corriente: Novela indigenista.
Estructura: Está constituida por 11 capítulos numerados y titulados.
Sinopsis: Hijo de un abogado itinerante, un chiquillo de nombre Ernesto pasa sus primeros años en numerosos poblados, donde aprende a amar el lenguaje y las creencias de los indios. Durante una estancia en Cuzco, Ernesto se da cuenta del abismo existente entre blancos e indígenas —aquéllos, los dueños, poderosos terratenientes; los indios, sojuzgados, víctimas de atropellos y violencias aún subsistentes—. Dos pueblos, dos culturas y dos modos de vida distintos que, a pesar de su coexistencia, se hostilizan por naturaleza y nunca llegarán a integrarse del todo.
Durante esos años, el niño también conoce a su tío, un rico hacendado a quien su padre llama despectivamente "el viejo".
Trasladado a Abancay, Ernesto entra de interno en un colegio de religiosos sumamente conservador y ortodoxo, donde se educan los hijos de las familias pudientes. Este trasplante lo sitúa en un lugar y entre unas personas que le resultan totalmente ajenos.
Toda la novela está teñida de la nostalgia del joven protagonista por recuperar su vida pasada y seguir a su padre. El mundo elemental y diáfano de los indígenas, identificado con la naturaleza y entretejido de magia, que conoció en su infancia, será constantemente el refugio de sus recuerdos y añoranzas.
Por otra parte, la brutal explotación de los indios por la oligarquía latifundista es vista por los religiosos como un orden establecido "agradable a Dios".
Los personajes característicos de todo el internado comparten su historia: el Añuco, huérfano de un terrateniente venido a menos y protegido por los religiosos, y Lleras, el más indisciplinado y fuerte de todos, son los menos amistosos con Ernesto. Palacios, un humilde interno obligado por su padre a quedarse en el colegio, es el más sensible. Los abusos de Lleras concitan a los otros en su contra.
La agitada y solitaria existencia de Ernesto dentro del colegio se enriquece por fuera con otras experiencias; por ejemplo, con el conocimiento de juguetes indígenas como el "zumbayllu", que lo consuela de todas sus penas.
Al demostrar su destreza en el manejo del trompo se gana la amistad y el respeto de los habitantes de Abancay. Anteco, el dueño de la tienda, le pide que le escriba una carta dirigida a su novia y, a cambio, le regalará el juguete.
En los barrios indios de Abancay, Ernesto es testigo de la existencia miserable e infrahumana de los indígenas, sumidos en la suciedad y la tristeza. Pero entre ellos también descubre objetos que le son familiares y revive con nostalgia el mundo fantástico de los quechuas.
Un día, el niño presencia un levantamiento de las mujeres más humildes del pueblo, llamadas chicheras, uno de los episodios fundamentales de la obra.
La administración general de la hacienda ha acaparado la sal; las chicheras descubren los depósitos, los vacían e intentan distribuirla entre los peones indígenas. Ernesto, entusiasmado, se integra al grupo. Cuando regresa al internado, el padre director, a quien todos tenían por un "santo", reprueba su conducta y lo lleva consigo cuando sermonea hipócritamente a las mujeres sublevadas, intentando aplacarlas. Mientras tanto, la policía montada, avisada por el mayoral de la hacienda, quita la sal a las chicheras y la devuelve a las anteriores manos especulativas. El pueblo de indígenas, temeroso y acobardado, no interviene. El mayoral, que había recuperado la sal por la fuerza, la entrega ahora a los indios en premio a su obediencia y sumisión.
Pero, doña Felipa, la jefa de las chicheras, se ha convertido en el terror de los hacendados y vaga con sus seguidoras por los campos.
El niño, solidario y único admirador de esas mujeres entre los demás del colegio, ruega para que incendien los cañaverales y terminen así con los abusos de los dueños, los poderosos terratenientes.
Cuando el pueblo es invadido por la peste, seguida de una revuelta de los indios, el ejército ocupa el pueblo y los hijos de los oficiales se relacionan con los internos. Sin embarga, los fusiles de los guardias no logran aplacar la insurrección indígena.
Mientras tanto, la epidemia se extiende por toda la región. Los pudientes abandonan el pueblo. A los pobres sólo les queda el consuelo de la religión.
También Ernesto abandona el colegio y se dirige a Abancay, pero prefiere evitar la casa de su tío el hacendado y parte a la sierra en busca de su padre.
Esta novela, publicada en 1958, tiene una perspectiva peculiar. Su descripción del mundo quechua se realiza a través de la visión de Ernesto, el protagonista y narrador en primera persona. Se trata de un niño en cuya sensibilidad se entrelazan las culturas blanca e indígena. Su mirada ingenua descubre las relaciones sociales que presiden la vida de los indios en la sierra peruana. Además, por primera vez en la narrativa latinoamericana, el indio que aquí se presenta es real y objetivo; el paisaje oficia en la obra como un verdadero protagonista y la naturaleza está cargada de poesía.
La personalidad ambivalente del protagonista, su pertenencia real a la clase de los blancos y su identificación con la cultura indígena, hace del relato uno de los más desgarradores dentro de las letras americanas. Asimismo, la excelencia del lenguaje utilizado por el autor, donde también se entrelazan estos dos mundos, en ocasiones su estilo "traduce" al español el habla peculiar del indio mediante una recreación estética, demuestra la maestría de Arguedas como narrador, y justifica su lugar de privilegio dentro de los actuales escritores latinoamericanos más importantes.
Esta novela, por la denuncia social que conlleva, perfila un tema muy frecuente en la literatura peruana posterior.

2 comentarios:

AzOe dijo...

Me parece muy interesante...resaltar el valor cultural de Arguedas

Penélope dijo...

Muchas gracias por el post. Esta muy bueno. Me está ayudando muchisimo para un trabajo del colegio, donde estamos leyendo este libro.