domingo, mayo 02, 2010

LOS SERTONES

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Autor: Euclides da Cunha, escritor y político; 1866-1909. Otras obras: Perú versus Bolivia, Contrastes y con¬frontaciones, Al margen de la historia (ensayos).

Género y corriente: Novela histórica.

Estructura: Está dividido en tres partes: La tierra, estudio biogeográfico de la región de los sertones, desde la perspectiva científica y casi mecanicista de las ideas dominantes en el siglo pasado. La segunda parte, El hombre, costumbres del habitante de los sertones —seminómada, rebelde y supersticioso--mostrando las complejidades del problema étnico del sertanero, en quien se cruzan y funden blancos, negros y mulatos; la tercera parte del libro cuenta el conflicto que da origen a las cuatro expediciones militares enviadas por el gobierno republicano para atajar las sospecho¬sas acciones de Antonio el Consejero.

Sinopsis: En El hombre, da Cunha presenta la biografía de Antonio Mendes Maciel, el Consejero, un ser extraño, personificación del sertanero y líder mesiánico aclamado y seguido fielmente por sus partidarios; su vida juvenil, correcta y serena, a pesar de sus anteceso¬res violentos; nos habla de su drama conyugal, su peregrinación, su creciente influencia y sus prédicas, de quien cuenta da Cunha: "El Consejero continuó sin tropiezos su misión perturbadora, creciendo en la imaginación popular y, se dice, hacia curas milagrosas." Todo comienza cuando los seguidores de esta figura mesiánica fundan varias pequeñas comunidades religiosas, mientras esperan, de acuer¬do con las profecías de su líder, el fin del mundo.
El Consejero predicaba la salvación; sin embargo, las autoridades católicas y los terratenientes del estado de Bahía se sentían amenaza¬dos por aquellas hordas de fanáticos, que se negaban a pagar impues¬tos y a respetar las leyes civiles y eclesiásticas. También se acusa a los fieles del Consejero de dar asilo a criminales —entre ellos varios cabecillas cangaceiros—, de practicar el amor libre y promover el derrocamiento de la recién instaurada república. Los fanáticos, por su parte, veían claros anuncios de la próxima llegada del Anticristo en la implantación del sistema métrico decimal y en el matrimo¬nio civil.
En 1896, el gobernador del estado de Bahía envió una fuerza policiaca de poco más de cien hombres para combatir a los fanáticos que "amenazaban con perturbar la paz de los sertones". Pero la gente del Consejero sorprende a los soldados, los derrota y hace abandonar la ciudad de Uauá, donde se habían hecho fuertes.
Este descalabro suscita la reacción de las autoridades. Así, se organiza la segunda expedición, pero sin un plan determinado, porque había desacuerdos entre el gobernador de Bahía y el jefe de las fuerzas federales destacadas en el mismo estado, sin contar con que los yagunzos se atrincheran en Canudos y allí —luego de varias escaramu¬zas— el ejército es vencido de nueva cuenta.
Al año siguiente, 1897, una tercera expedición compuesta por un batallón de infantería, un regimiento de artillería, un escuadrón de caballería y otros pequeños contingentes de la fuerza estatal bahia¬na, en total, 1281 hombres, muy bien pertrechada, va al mando del coronel Moreira César. También los rebeldes se preparan y el nú¬mero de sus fuerzas aumenta espectacularmente porque llegan de todas partes los seguidores del Consejero. El ejército, mal dirigido, entra en la ciudad de Canudos, convertida en una trampa. El coronel es alcanzado por las balas y los militares sobrevivientes huyen en desbandada.
Finalmente se organiza una cuarta expedición, equipada con armas modernas y abundantes municiones, bajo las órdenes del general Arthur Oscar. En medio de una gran conmoción nacional, las tropas parten de su base de operaciones y, luego de varios enfrentamientos, logran sitiar la ciudad rebelde de Canudos. La última batalla es larga y sangrienta. El ejército no tiene piedad y el pueblo fue cañoneado sin clemencia. Pero "Canudos no se rindió", simplemente enmudeció un atardecer, "cuando cayeron sus últimos defensores, cuando todos murieron. Eran sólo cuatro: un viejo, dos hombres y un niño, al frente de los cuales rugían rabiosamente cinco mil soldados".
Ante tal valor y fe, el autor no oculta su admiración. Euclides da Cunha, según sus convicciones positivistas, adelanta la hipótesis de que aquella rebelión fue consecuencia del medio ambiente y de la "degeneración racial" de los sertaneros.
Pero esta obra no es simplemente una exposición, un análisis o una muestra de lo que puede ser el enfrentamiento de la civilización contra la barbarie. El autor, haciendo justicia, no interpreta la realidad según sus convicciones ideológicas. Busca la verdad y, al hacerlo, se da cuenta de que los rebeldes no son degenerados raciales, ni Antonio el Con¬sejero, un simple fanático. Aunque da Cunha observa los errores del líder, lo presenta como un héroe trágico. Por otra parte, señala que la barbarie no es exclusiva del sertanero, porque el ejército de la "ci¬vilización" llega a perpetrar peores atrocidades.
Publicada en 1902, ésta es una narración histórica, pero también un profundo estudio antropológico y social de los sertones, extensa región en el nordeste del Brasil, y dé sus habitantes, hecho a partir del siglo XIX.
Es evidente que, en una sabia amalgama, da Cunha concibió y realizó un poema épico en prosa en el cual los sertones se convierten en un campo fecundo para favorecer el desarrollo literario de un personaje histórico, convirtiéndolo en un héroe legendario, con sentimientos y virtudes, anhelos y esperanzas, anhelos y frustraciones muy humanos.
Los sertones es una obra donde los acontecimientos históricos son el
pretexto para revelar la calidad artística de Euclides da Cunha. La parte ensayística del libro contiene concepciones científicas superadas ---es uno de los más destacados ejemplos del positivismo en el Brasil—, no así la denuncia de las injusticias, ni el aspecto literario, que se nos ofrece como una tragedia o como una narración histórica, entusiasta y vibrante, que engrandece a los protagonistas. Se le considera una pieza maestra en su género.

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